El Gran Dictador (Pelicula)

«Durante una batalla ocurrida en los últimos meses de la Primera Guerra Mundial, un soldado judío del ejército de la nación ficticia de Tomainia y barbero de profesión (Charles Chaplin) salva la vida del oficial Schultz (Reginald Gardiner) ayudándole a escapar en su avión, pero sufren un accidente y el avión se estrella. Ambos sobreviven, pero el soldado pierde la memoria. En ese momento llegan unos médicos que anuncian a Schultz que la guerra ha terminado y Tomainia ha perdido.

Veinte años después, y todavía amnésico, el soldado escapa del hospital en el que ha permanecido todo ese tiempo y regresa a su ciudad, donde abre de nuevo su antigua barbería ubicada en el ghetto, ignorando que los tiempos han cambiado. El país es gobernado por el despiadado dictador Adenoid Hynkel (Charles Chaplin), asitido por elMinistro del Interior Garbitsch (Henry Daniell, parodia de Joseph Goebbels) y el Ministro de la Guerra Herring (Billy Gilbert, parodia de Hermann Göring), y existe una brutal discriminación contra los judíos. El símbolo del régimen de Hynkel es la «doble cruz» (parodia de la esvástica nazi), y Hynkel pronuncia sus discursos en un idioma macarrónico, imitación del alemán.

Chaplin en el papel del dictador Adenoid Hynkel.

Charles Chaplin el Gran dictador

El barbero, inconsciente del ascenso de Hynkel al poder, se sorprende cuando las fuerzas de asalto pintan la palabra «judío» en las ventanas de su local. Una de los habitantes del ghetto, la bella Hannah (Paulette Goddard), defiende al barbero cuando es acosado por los miembros de las fuerzas de seguridad. Ambos se enamoran y deben sufrir los atropellos de la dictadura, aunque Schultz, que ahora ocupa un alto cargo en el gobierno de Hynkel, reconoce al barbero y ordena a las tropas que no molesten a los habitantes del ghetto. Además, Hynkel ordena el cese de la persecución a los judíos mientras intenta conseguir un préstamo de un banquero judío para financiar sus planes de dominación global.

Hynkel «juega» con un globo terráqueo, en una de las escenas más famosas de la película.

Hynkel tiene planeado invadir Osterlich, el país vecino, y necesita el préstamo para financiar la invasión. Cuando el banquero judío se niega a dar el préstamo, Hynkel reanuda e intensifica la violencia contra los judíos. Schultz, protector de los judíos, muestra su rechazo al pogromoy Hynkel, considerándolo un traidor y un defensor de la democracia, ordena que sea enviado a un campo de concentración. Schultz huye y se oculta en el ghetto. Allí, con la ayuda del barbero, Hannah y los demás habitantes del ghetto, busca cómo derrotar a Hynkel y su régimen. Las fuerzas de asalto atacan el ghetto y el barbero y Schultz son finalmente detenidos y enviados al campo de concentración.

Hynkel continúa con sus planes de invadir Osterlich, pero la intromisión de Benzino Napaloni (Jack Oakie, parodia de Benito Mussolini), el dictador de Bacteria, le obliga a invitarle a hacerle una visita y ser diplomático con él, aunque todo desemboca en una ridícula guerra de comida y pasteles entre los dos dictadores. Mientras, Hannah y los habitantes del ghetto huyen hacia Osterlich, pero al poco se inicia la invasión desde Tomainia y se encuentran de nuevo viviendo bajo el régimen de Hynkel.

Escena del discurso final.

El barbero y Schultz escapan del campo disfrazados con uniformes de Tomainia. Los guardias fronterizos confunden al barbero con Hynkel, con quien tiene una apariencia casi idéntica. Mientras, Hynkel es confundido con el barbero y detenido por error por sus propias tropas. El barbero, bajo la identidad de Hynkel, es conducido a la capital de Osterlich para dar un discurso sobre el inicio de la conquista del mundo. Garbitsch, al presentar a «Hynkel» a la multitud, decreta la anexión de Osterlich a Tomainia, la anulación de la libertad de expresión y el sometimiento de los judíos. Sin embargo, el barbero hace un discurso conmovedor, en contra de las políticas antisemitas de Hynkel y declarando que Tomainia y Osterlich se convertirán en naciones libres y democráticas. También hace una llamada a la humanidad en general para acabar con las dictaduras y usar la ciencia y el progreso para hacer del mundo un lugar mejor.

Hannah, en su casa arrasada de nuevo por los invasores, oye el discurso del barbero en la radio, y se sorprende cuando «Hynkel» se refiere directamente a ella: «Hannah, ¿puedes oírme? Donde quiera que estés, mira a lo alto, Hannah! ¡Las nubes se alejan, el sol está apareciendo, vamos saliendo de la tinieblas hacia la luz, caminamos hacia un mundo nuevo, un mundo de bondad, en el que los hombres se elevarán por encima del odio, de la ambición, de la brutalidad! ¡Mira a lo alto, Hannah, al alma del hombre le han sido dadas alas y al fin está empezando a volar, está volando hacia el arco iris, hacia la luz de la esperanza, hacia el futuro, un glorioso futuro, que te pertenece a ti, a mí, a todos! ¡Mira a lo alto, Hannah, mira a lo alto!» Hannah dirige la mirada al cielo con esperanza, y sobre su rostro se cierra la pantalla.»

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