«Caso Bombas»: Un nuevo cazador preparando el próximo golpe – Por Luís Armando La revuelta

El presente texto se publicó originalmente en El Periódico anarquista El Surco Nº17, con fecha de Julio del 2010.  Para descargar esa edición entera hacer click AQUÍ

   Una estruendosa explosión se escuchó la noche del sábado 12 de junio en la comuna de Las Condes. Una sucursal del BancoEstado había sido el blanco de ataque del autodenominado Comando Insurreccional Andrés Soto Pantoja, justo a siete cuadras del domicilio del actual presidente Sebastián Piñera. Era un nuevo atentado sobre los puntos simbólicos del actual sistema de dominación, una nueva burla a su régimen de control y vigilancia, el que aún haciendo gala de sus mejores herramientas tecnológicas, nuevamente no tiene nada que decir. Inmediatamente después de este episodio, se comenzaron a mover las piezas para armar un nuevo panorama mediático-policial con el fin de acabar con el tremendo ridículo que vienen haciendo durante varios años los organismos de inteligencia en esta región.

  El puntapié inicial lo dio el Ministro del Interior Rodrigo Hinzpeter quien públicamente criticó la efectividad de la investigación llevada por el Ministerio Público respecto al bullado asunto. Sólo un día después, Sabas Chahuan, Fiscal Nacional encargado del caso decide remover – según él, sin presiones de nadie – a Xavier Armendáriz, quien hasta la fecha dirigía las pesquisas contra los grupos anarquistas. Al unísono es nombrado en el puesto el Fiscal Metropolitano Sur Alejandro Peña, personaje bien conocido por todos, especialmente por las diligencias llevadas contra el mundo del narcotráfico. Sin lugar a dudas, Hinzpeter aplaude la medida, mientras la prensa rápidamente emite la nueva sinfonía de las pesquisas e instala las mismas pautas de siempre para criminalizar la disidencia al sistema capitalista y por supuesto, la lucha antiautoritaria.

EL FISCAL PEÑA HA SALIDO DE CACERÍA

   A pesar de que diversos historiadores, politólogos y psicólogos sociales (validados por la policia) han sido enfáticos respecto a que los grupos anarquistas se articulan de forma horizontal, descentralizada y en pleno rechazo a cualquier tipo de autoridad o liderazgo establecido, y que sólo hace unos meses las escusas de los encargados del caso eran que los grupos implicados en los atentados carecian de estructuras durables y líderes que comandaran las acciones, hoy los informes difundidos por la prensa insisten en que la policía rastrea los pasos del mentado “líder anarquista”, el que por supuesto, no podría ser otra cosa que un “ex subversivo”, sumando a esto el repertorio del nuevo fiscal, quien está seguro de poder obtener resultados pues cuenta con el mejor equipo para combatir a los nucleos libertarios “como grupos organizados que tienen líderes determinados y que surgieron para planificar atentados y causar temor en la población”.

Me parece que hay dos posibilidades para comprender esta incongruencia manifiesta (búsqueda de cabecillas en grupos anti piramidales). O se trata de una estrategia de tipo policial que busca el acomodamiento de las directrices de la investigación para constituir el delito deseado por los perros de caza, a saber, la figura de asociación ilícita terrorista, la que es imposible aplicar sin la existencia de mandos establecidos, división de funciones operacionales y una estructura basada en relaciones de autoridad. O bien, el fiscal Peña no ha entendido absolutamente nada, o lo que es muy probable, aún no lee con detención los informes de sus predecesores, ya que intenta homologar el accionar de estos grupos insurreccionales con los que él ha perseguido en años anteriores, como los narcotraficantes, quienes sí disponen de jerarquias para articular sus redes. De todas maneras, cualquiera sea el caso, los resultados serán muy similares ya que la intencionalidad siempre es la misma, para Peña no se ha iniciado una labor con el fin de encontrar a los “verdaderos responsables” de los bombazos, si no que, comienza el camino para incriminar a los actuales sospechosos, y eso es lo más complejo, que cualquiera puede caer siempre que el nuevo fical tenga un buen cuento para contar.

El nivel de inoperancia mostrado por la “justicia” chilena hasta la fecha es felizmente colosal, pero hay que reconocer que es precisamente ésta la principal razón para que ya comenzaran a desplegar la estrategia más sucia de los sistemas judiciales modernos: el montaje. El montaje es la única respuesta posible cuando los encargados de un caso carecen no sólo de las pruebas para enculpar a alguien, sino que también de los caminos correctos, metodológicos y analíticos, para siquiera acercarse a sus objetivos, y es utilizada sobre todo cuando los gobiernos o algún grupo fáctico ejercen la suficiente presión sobre los organismos, quienes sin otra salida construyen pruebas falsas apoyados en discursos culpabilizantes. Y en esta región chilena, al menos para los grupos e individuos anti-autoritarios aquella construcción jurídica es bastante conocida, tanto en la historia de un movimiento libertario de antaño, como en la experiencia reciente de una fuerza anárquica en potencia. El último compañero que salió de la cárcel después de haber padecido este conveniente comodín legal fue Cristian Cancino, quien debió pasar largos meses en prisión por una pólvora que nunca tuvo.

Sin lugar a dudas, la mediatización permanente que tuvo el “Caso Bombas” durante el mes de junio fue celebrada (sino requerida) por este pequeño sujeto de apellido Peña, ya que en esta sociedad -que parece asus­tarse del verbo cuestionar-, la palabra de los medios de comunicación masiva son la información y la verdad, la legitimización pública de los pasos dados por el Poder, y en este nuevo escenario era imprescin­dible modificar el perfil de los individuos rastreados: si hace meses eran inorgánicos y sin cabecillas, hoy vuelven a ser parte del “crimen organizado” y liderados por un ex subversivo. La prensa siempre difundirá lo necesario para hacer creíble públicamente un proceso por “terrorismo”, claro, a menos que se trate de “terrorismo de Estado” situación en la que callarían como lo han hecho siempre.

El tema es que hoy, es sabido por todos que el Ministerio Público no tiene nada contundente para realizar detenciones, pues si lo tuviera ya habrían sido apresados y vapuleados públicamente los acusados. La salida estratégica a esta encrucijada para aparentar lo contrario, es acusar a Armendáriz por no realizar detenciones aún teniendo pruebas, pero sabemos que aquello es un absurdo, pues insistimos, un fiscal con pruebas para imputar a alguien, opera en el procedimiento. La respuesta para entender esta acusación contra Armendáriz es que tanto el gobierno pasado como el actual consideran como pruebas “contundentes” las conversaciones y el material escrito que legitime el accionar violento y que plasme el deseo de destruir este orden social basado en la miseria, la autoridad y la explotación. Para ellos, toda la red de relaciones y com­plicidades creadas por un amplio flujo de compañeros, es prueba de que existen ideas comunes y planes de acción en común, pero no tienen lo más importante: la prueba del delito que buscan.

Dicen que los peritajes químicos de los equipos de criminalística comprueban trazas de explosivos en diversos lugares, que poseen conversaciones telefónicas en las que se presume el delito, que en los computadores se habrían encontrado pistas claves, pero lo cierto es que hasta la fecha no han hecho nada. ¿Es lógico este proce­dimiento? ¿Es lógico tener las pruebas y no proceder? Por supuesto que no.

Lo que evidentemente hacen hoy los en­cargados de la causa es alimentar el miedo a través de su gran maquinaria represiva y mediática, hoy buscan intimidar no sólo a los anarquistas, sino que a todos los sectores que validan la acción desarrollada fuera de los limitados marcos legales vigentes. La instrumentalización de los medios es como habíamos dicho antes, para modificar el perfil del individuo buscado, pero además, y por sobre todo para meternos miedo a todos, pues ya lo muestra la experiencia: cualquiera puede caer. Su objetivo es desconcertar a quienes ejercen una lucha diaria contra este sistema, y como decíamos, sobre todas las cosas buscan provocar miedo y también paranoia, ya que ambos factores son de­terminantes para precipitar errores en los adversarios, sobre todo cuando muchos se encuentran actuando fuera de los márgenes de la legalidad.

El Estado ha iniciado su estrategia de lucha: la guerra psicologica, a ver si por este medio pueden provocar la equivocación. Nuestro objetivo sigue siendo el mismo, guerra contra el dominio y la opresión: guerra contra el Estado, guerra contra el Capital

Otros artículos sobre el tema en http://www.hommodolars.org:
-“El Zar de la pólvora y la ‘inversión de perspectiva’”
-“Contra la persecución mediática y policial: Solidaridad con espacios y comp@s hosti­gados por la prensa y el poder”
-“La prensa apunta, la policia dispara…a defender los espacios autónomos”
-“Ante la nueva campaña mediática policial y el inminente golpe represivo”

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