Extraído del Libro «Sin Dios ni Patrones»
Víctor Muñoz.
El 11 de septiembre de 1973 comenzó en Chile una Dictadura Militar que duró hasta 1989. Toda la izquierda quedó proscrita y sus militantes fueron sistemáticamente perseguidos, expulsados del país, encarcelados, torturados y vejados, y aún miles fueron asesinados. El Estado fue reformulado, restringiéndose radicalmente la libertad de asociación y opinión, al tiempo en que su estructura se adaptó a la implementación forzada del neoliberalismo a ultranza.
Dada la dispersión y el hecho de que no constituían entonces una amenaza real para el nuevo orden, la represión no cayó directamente sobre los libertarios, como sí lo hizo frente a la izquierda marxista leninista. Las pocas organizaciones anarquistas desaparecieron y algo más de una veintena de sus activistas se exiliaron en Argentina, Italia, Suiza, Holanda y Francia, principalmente. Antes de eso, sin embargo, algunos de ellos pasaron por los centros de tortura implementados por la Dictadura. (1)
Tras el Golpe, pequeños grupos e individualidades aisladas intentaron aportar a la resistencia, tanto en el interior de la región chilena como en el extranjero. He aquí una breve síntesis en base a las escasas fuentes que quedan del período y el testimonio de quienes le sobrevivieron.
Dentro del país los pocos libertarios que quedaban se re-articularon veladamente participando en organizaciones relacionadas con los derechos humanos, el sindicalismo, el feminismo, el naturismo y el cooperativismo. A continuación daremos un repaso por ese heterogéneo actuar.
En 1975 resurgió (había sido fundado en julio de 1970) el Comité de Defensa de los Derechos Humanos y Sindicales (CODEHS), en que individualidades tales como Ernesto Miranda, Óscar Ortiz y Clotario Blest facilitaron la salida del país a izquierdistas perseguidos por el régimen, así como agitaron por el respeto de sus vidas en prisión.
La Norsk Syndikalistisk Forbund (NSF), una central de trabajadores libertarios de Noruega adherida a la Asociación Internacional de Trabajadores (organización mundial anarco-sindicalista), colaboró con el CODEHS en la tarea de sacar del país a presos de la Vanguardia Organizada del Pueblo para enviarlos a Noruega. La VOP, recordemos, había sido perseguida por la Unidad Popular y ahora se encontraba aislada por toda la izquierda partidista. Más de siete presos de esa organización fueron liberados de su inminente peligro de muerte por los esfuerzos conjuntos de los defensores de derechos humanos en Chile y los libertarios europeos. Una breve y simbólica muestra de esa novedosa unión es una carta, fechada en 1978, de dos presos políticos en Santiago a la NSF:
“Siendo ésta, la libertad del hombre, una de las preocupaciones fundamentales de los anarquistas, deben estar presentes en su construcción, junto a combatientes de otras ideologías, como los marxistas, cristianos revolucionarios, etc., de tal manera que la Revolución no sea propiedad de un grupo reducido de personas, sino de verdad de todo el Pueblo”.

Libro de Eduardo Godoy, «Juan Segundo Montoya. La consecuencia de un anarcosindicalita y naturista libertario en Chile»

Ernesto Miranda
En 1979 se creó la Liga por la Paz, levantada por algunos libertarios para hacer campaña antibelicista frente a una guerra que los gobiernos de Chile y Argentina negociaban entonces. Ese año se formó igualmente el Circulo Cultural Ernesto Miranda (1979-1987), en recuerdo de quien falleciera el 17 de octubre de 1978. Y por aquellos días los anarquistas colaboraban también con el Frente de Liberación Femenina y el Centro Femenino Crisol de la capital.
El 16 de julio de 1980 detuvieron en Santiago a once individualidades relacionadas con un fugaz Comité de relaciones libertarias. Desde entonces confirmaron la decisión de actuar abiertamente a través de grupos que no se denominaran explícitamente anarquistas.
En el sur, algunos viejos anarco-sindicalistas colaboraron con la difusión de la ergocracia, fundando en 1984 la Organización Ergocrática Sindicalista Cooperativista de Chile. Su sede estuvo en Curicó.
En Talca, el octogenario Juan Segundo Montoya, se concentró en difundir el vegetarianismo, incluyendo entre los actos de propaganda la edición de La Voz del Naturismo. Gracias a este viejo anarquista y a otros que existían en el sur del país, se concretó en 1983 un Congreso Nacional Naturista.
Los ácratas ya no contaban con sindicatos. Sin embargo, algunos de sus elementos en el país y otros que entonces estaban organizados en Europa intentaron colaborar con diversos impulsos de reorganización de los trabajadores bajo la Dictadura. Pretendiendo, por cierto, difundir la idea de un sindicalismo libre de la tutela estatal y de los partidos políticos. Para ello, entre otras cosas, contactaron a los sindicatos criollos con los gremios libertarios europeos, les ayudaron monetariamente y facilitaron instancias de difusión para los sindicalistas chilenos en el viejo continente.
Paralelo a todo lo anterior hubo intentos de reagrupación de organizaciones específicamente libertarias. En 1985, por ejemplo, se fundó en Santiago el Centro de Estudios Sociales Hombre y Sociedad, una organización (bajo la fachada de un club deportivo) compuesta principalmente por antiguos anarco-sindicalistas. Publicaron Hombre y Sociedad, El Anarco y otros boletines. Recibían financiamiento solidario desde Francia e informaban sobre la situación interna del país a los compañeros libertarios exiliados. El grupo no pudo crecer ni proyectarse, aún con la ayuda económica que llegaba de Europa. Según algunos contemporáneos, aquello se debió a que sus miembros, viejos sindicalistas, eran demasiado autorreferentes y no elaboraron un nuevo discurso acorde a los tiempos. Por lo demás no respondían a las expectativas de los compañeros europeos solicitantes de informes y documentos similares. Pronto se retiraron los miembros más jóvenes y el grupo se disolvió en 1988, tras discutir si votar o no en el plebiscito que decidió nominalmente la salida de Pinochet.
Además de esta instancia hubo otros grupos, algunos de ellos de difícil pesquisa historiográfica. Y es que dada la escasez de fuentes, la veracidad de los testimonios es bien difícil de contrastar. Según algunos estudios, en el interior del país, existieron las Brigadas del Pueblo, una organización anarquista enfocada en la lucha anti-dictatorial por medio de atentados explosivos contra bancos (Banco de Chile y Banco Estado) y propaganda impresa. La entidad funcionó en la primera mitad de la década de los ochenta. Las brigadas tenían entre 8 y 9 miembros y con el tiempo llegaron a constituirse tres en las poblaciones de la zona norte de Santiago. (2)
Entre 1985 y 1987, por lo menos, existió un Movimiento Libertario chileno (ML), relacionado al grupo Hombre y Sociedad y el Circulo Ernesto Miranda. Al parecer el ML colaboró en los primeros años con el Movimiento Sindical Unitario. Además, sabemos que solidarizaron críticamente con la revolución sandinista en Nicaragua, tuvieron una escuela de formación sindical y editaron en junio de 1986 un boletín denominado El Libertario.
Por otra parte, paralelo al ML, existía un movimiento “clandestino” anarquista: los autodenominados Grupos de Acción Directa. Según ellos mismos, los GAD se organizaron entre algunos campesinos y en los campamentos periféricos de Santiago. Realizaron talleres de reparación de autos, de pintura, de vivienda, de costura y procuraron facilitar el encuentro e intercambio entre habitantes de barrios pobres santiaguinos con cooperativas productoras de alimentos, campesinas y del puerto. Lucharon también por reconstruir las coordinadoras sindicales y el movimiento de pobladores.
Además de la actividad en el interior toca mencionar aquella realizada por los anarquistas criollos dispersos en el exilio y los grupos extranjeros que les colaboraron, fugaz o permanentemente. Entre estos últimos está la Federación Obrera Regional Argentina, la Confederación Nacional del Trabajo en España, la Fédération Anarchiste de Francia, la Freie Arbeiter-Union alemana, el grupo Workers Emancipation de Estados Unidos, la Norsk Syndikalistisk Forbund noruega, la Sveriges Arbetares Centralorganisation sueca, y la Asociación Internacional de Trabajadores, entre otras. Todas apoyaron a los anarquistas y sindicalistas de Chile, ya sea generando periódicamente actividades solidarias para reunir dinero o bien difundiendo la situación de este particular país sudamericano.
Varios de los libertarios criollos que marcharon al exilio, unidos a otros refugiados anarquistas que entonces estaban en Europa, crearon la Coordinadora Libertaria Latinoamericana en 1978. Con ella se denunció sistemáticamente la represión en Chile y otros países del continente ocupados por dictaduras militares. Ellos, además, organizaron el Primer Encuentro de Libertarios Latinoamericanos en el Exilio que se desarrolló en Paris el 31 de enero de 1981, al que asistió medio centenar de anarquistas en esa condición.
Uno de los más activos núcleos de libertarios en el exilio fue el Grupo Pedro Nolasco Arratia creado en 1981 y en París por refugiados que habían llegado allí a fines de los setenta. (Declaración Contra la dictadura del Grupo Anarquista Pedro Nolasco Arratia, París 1983, Francés) Esta entidad actuó como correa de transmisión de información y solidaridad entre los grupos e individuos anarquistas que buscaban rearticularse en el interior de Chile y sus afines en Sudamérica y Europa. En la capital del país galo, además, el grupo participó activamente en la Radio Libertaire donde a partir de 1982 se hizo cargo de un espacio para comunicar la situación social de Chile y América Latina. Los libertarios igualmente colaboraron con los sindicalistas de Polonia que resistían a la Dictadura Soviética a través del Colectivo de Exiliados Chilenos de Apoyo a la Resistencia del Pueblo Polaco. Los enfrentamientos con los grupos marxistas chilenos en París, fueron inevitables.
En Italia se conformó a principios de los ochenta el Gruppi Cileni Libertari in Esilio, relacionado con el Comitato del Lavoratori Libertari Cileni in Esilio de Carrara. Ellos publicaron El Amigo del Pueblo. En Suiza Eolo Domínguez, hijo del dirigente estucador Ramón Domínguez, dio vida a Despertar en el Límite (1977-1978).
La coordinación de todos estos grupos y de otros espacios e individualidades, así como la colaboración de los libertarios europeos, permitió que entre marzo y abril de 1987 se realizara una gira de anarquistas chilenos por todo ese continente (Francia, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Suecia, Italia y España).
Ciertamente los anarquistas constituyeron un grupo muy minoritario dentro de la resistencia anti-dictatorial, tanto en el país como en Europa. Sin embargo algunas acciones de solidaridad lograron algún alcance e impacto más allá de sus reducidos grupos. Tal fue el caso del apoyo a los presos de la VOP o las campañas de denuncia del régimen que se realizaron en Europa, por ejemplo. Algo estaba pasando en el interior del movimiento libertario. Y es que a partir de los esfuerzos de solidaridad y reorganización que se realizaron en estos años, los anarquistas chilenos comenzaron su era de rearticulación.
Nota del editor:
(1) El 22 de septiembre de 1973 fue asesinado el estudiante y periodista IWW norteamericano Frank Terrugi. Ver http://www.memoriaviva.com
(2) La única «prueba» de esas «Brigadas del Pueblo» es una entrevista anonima publicada en el libro: «Anarquistas: Presencia Libertaria en Chile«, Felipe del Solar y Andrés Pérez, RIL Ediciones, 2008
Leer mas en: Anarquismo y los libertarios durante la dictadura de Pinochet en Chile.