El androcentrismo de los movimientos revolucionarios y su materialización en el contexto del movimiento estudiantil en Chile
Por Francisca Barrientos
Integrante del Club de Lectura Feministas Lúcidas
Publicación extraída de Erosión, Revista de Pensamiento Anarquista, N°6.
Primavera-Verano de 2016
«El patriarcado es por necesidad el punto de partida de cualquier cambio social radical. Y ello no sólo porque constituye la forma política a la que se encuentra sometida la mayoría de la población (las mujeres y los jóvenes), sino también porque representa el bastión de la propiedad y de los intereses tradicionales. Los matrimonios son alianzas económicas y los hogares entidades semejantes a las corporaciones. De acuerdo con un investigador de la institución familiar, <<la familia es la piedra angular del sistema basado en la estratificación y el mecanismo social que lo mantiene>>»
Kate Millet, en «Teoría de la política sexual»
(Política sexual. Madrid: Cátedra, 1995)
Palabras preliminares:
El presente texto constituye una reflexión teórico-práctica, por lo tanto presentaremos perspectivas teóricas sacadas de la comodidad de su planteamiento en abstracto y las revisaremos a la luz de los cuestionamientos que emergen de la práctica enmarcada en contextos específicos.
Aclaramos antes de la lectura (debido al desconocimiento generalizado respecto del tema, no por la búsqueda de validación de los movimientos de izquierda que quieren encajar “género” y clase irreflexivamente) que con feminismo nos referimos a la corriente de pensamiento y a la práctica política que ha reivindicado la existencia de las mujeres en relación con la estructura patriarcal, que hasta el día de hoy ordena a la sociedad y que a nosotras nos oprime. Entendemos que un análisis radical de la sociedad patriarcal implica una crítica a la civilización masculina. Esto recae en sus núcleos organizativos como lo son la familia y el estado, y los modos de explotación como el capitalismo, el colonialismo y el especismo. Comprendemos que los hombres son herederos y reproductores de la cultura autoritaria que sus patriarcas han instaurado, y es en este sentido que creemos en un posible diálogo entre el anarquismo y el feminismo; en el cuestionamiento profundo al jerarquizado orden social. Para llegar a eso es preciso poner a dialogar seriamente ambas propuestas políticas -sin deslegitimar misóginamente al movimiento feminista como lo ha hecho la izquierda en general y una parte del anarquismo- escuchando y comprendiendo los análisis del patriarcado que han sido desplegados de modo mucho más serio a como lo podría hacer el anarquismo por sí solo, sea porque su conducción hegemónicamente masculina lo ha llevado a un vago reconocimiento del problema o a la derecha omisión del patriarcado y sus aliados.
La violencia machista en el contexto del movimiento estudiantil:
Para situar las teorías en relación con las opresiones que identifican cada una de ellas es necesario un escenario real sobre el que sustentarse, en nuestro caso todas las ideas aquí revisadas han tenido como telón de fondo el llamado “movimiento estudiantil”.
Desde nuestra experiencia organizativa en este, que en Chile tiene una incidencia social importante desde el año 2006 alcanzando su punto más álgido el año 2011, hemos venido vivenciando transformaciones en nuestras perspectivas políticas.
Durante la organización secundaria del año 2011 vivimos la movilización social estudiantil, en este caso por la educación pública, de una forma muy rica en términos asociativos, en tanto logramos establecer nuevos vínculos sociales entre compañeras y entre compañeros, al mismo tiempo que fue una característica extendida entre secundarias y secundarios una fuerte identificación con la anarquía como práctica política que prescinde de jerarquía y que propugna horizontalidad en la organización. Al entrar a la universidad y ver el movimiento estudiantil a nivel universitario muchas cosas que ya habíamos concebido como obvias se fueron al tacho de la basura. Sigue leyendo