El Santa Claus anarquista de la Guerra Civil Española

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santa claus anarquista

Clemente Farmaraza de las Milicias Antifascistas Vascas, o el Santa Claus anarquista

El donostiarra Clemente Famaraza Sandegui pidió a su comandante de las Milicias Antifascistas Vascas que sus 40 duros de nómina fueran destinados a asegurar juguetes en un hospicio a niños de Madrid el día de Reyes.

Hay nombres y apellidos que son ejemplo humano, pero que no los conoce ni el omnipresente dios sabelotodo Google. Desde hoy sabremos que el donostiarra nómada Clemente Famaraza Sandegui posibilitó en plena Guerra Civil una noche de magos sin reyes, en los que como anarquista no creía: ni en los cristianos portadores de oro, incienso y mirra ni en los soberanos de monarquías o reinos.

Su historia casi de fábula continuaría anónima entre los legajos a conservar con trato cariñoso de guantes y mascarillas si no fuera por Ritxi Zárate, investigador de la asociación Burdin Hesia Ugaon. El analista de Miraballes a modo de regalo de fin de año ha hecho llegar al serial Historias de los vascos una entrevista que la publicación Mundo Gráfico dedicó al ácrata Famaraza, miembro de las Milicias Antifascistas Vascas que operaron en Madrid.

Su biografía despacha kilos de ternura, empatía ideológica, y dispara directa a las conciencias de quienes un día dieron un golpe de Estado, un par de hostias mal dadas a la siempre legítima Segunda República. Hizo falta que Mundo Gráfico desvelara la identidad de un guipuzcoano que fue hospiciano, vendedor de periódicos más tarde y combatiente por las libertades a más de 450 kilómetros de su inclusa.

Hizo falta, tal vez, vivir lo que sintió siendo niño para acabar donando el dinero de sus nóminas navideñas para asegurarse de que el 5 de enero de 1937 algunos menores irían a la cama, acomodando sus cabezas sobre una almohada que soñaba con un mágico despertar al día siguiente.

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Sobre el anarquismo|Democracia y participación

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Democracia-2-1
Muchas personas se oponen al gobierno no democrático, pero los anarquistas difieren de ellas porque también se oponen al gobierno democrático. Algunas personas se oponen también al gobierno democrático, pero los anarquistas difieren de ellas no porque teman u odien el dominio del pueblo, sino porque creen que la democracia no es el dominio del pueblo –que la democracia es, de hecho, una contradicción lógica, una imposibilidad física–. La auténtica democracia sólo es posible en una pequeña comunidad donde cada uno pueda participar en cada decisión; y entonces no es necesaria. Lo que se llama democracia y se supone que es el gobierno del pueblo por sí mismo es, de hecho, el gobierno del pueblo por gobernantes elegidos, y será mejor llamarla “oligarquía consensual”.
El gobierno en manos de personas a las que hemos elegido difiere del que ejercen quienes se eligieron a sí mismos, y en general mejor que este último, pero es, con todo, un gobierno que algunas personas ejercen sobre otras. Aun el gobierno más democrático depende, no obstante, de que alguien haga hacer a otros determinadas cosas o les impida hacerlas. Aunque nos gobiernen nuestros representantes somos aún gobernados, y tan pronto comienzan a gobernarnos contra nuestra voluntad cesan de ser nuestros representantes. La mayoría de las personas están actualmente de acuerdo en que no tenemos ninguna obligación ante un gobierno en el cual no se nos conceda ninguna voz; los anarquistas van más lejos e insisten en que no tenemos ninguna obligación ante un gobierno que hayamos elegido. Podemos obedecerlo porque estamos de acuerdo con él o porque somos demasiados débiles para desobedecerlo, pero no tenemos ninguna obligación de obediencia cuando disentimos de él y somos bastante fuertes como para no obedecer. La mayoría de las personas coinciden actualmente en que quienes están implicados en cualquier cambio deberían ser consultados acerca de él antes de que se tomen decisiones; los anarquistas van más lejos e insisten en que esas personas mismas deberían tomar la decisión y proceder a llevarla a cabo.

Así, los anarquistas rechazan la idea de un contrato social y la idea de representación. En la práctica, sin duda, la mayoría de las cosas las harán siempre unas pocas personas –aquellas que estén interesadas en un problema y sean capaces de resolverlo–, pero no hay ninguna necesidad de que se las seleccione o elija. Surgirán siempre de cualquier manera, y es mejor para ellas que esto ocurra en forma natural. La cuestión reside en que los líderes y los expertos no tienen que ser gobernantes, en que el liderazgo y la pericia no se vinculen necesariamente con la autoridad. Y cuando es con-veniente la representación, no debe ser sino eso; el único representante verdadero es el delegado o diputado que tiene mandato de quienes se lo confieren y está sujeto a revocación inmediata de su designación por parte de éstos. En ciertos aspectos, el gobernante que pretende ser un representante es peor que aquel que es obviamente un usurpador, porque resulta más difícil luchar contra la autoridad cuando esta está revestida por finas palabras y argumentos abstractos. El hecho de que seamos capaces de votar por nuestros gobernantes una vez cada varios años no significa que tengamos que obedecerlos por el resto del tiempo. Si lo hacemos será por razones prácticas, no sobre fundamentos morales. Los anarquistas están contra el gobierno, como quiera que se le constituya.
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El siguiente texto es un extracto del libro «Sobre el anarquismo, ¿Qué creen las y los anarquistas? ¿En qué difieren? ¿Qué quieren? ¿Qué hacen?» de Nicolas Walter(1934-2000). El cual «se autodefinía periodista y conferencista, y se enorgullecía del hecho que la misma expresión describiese a sus dos abuelos: Karl Walter, que fue relator de la International Anarchist Congress, de 1907; y el propagandista radical S. K. Ratchife. Nicolas Walter estudió ruso en la República Federal de Alemania e historia en Oxford y, después de un período como profesor, trabajó en edición y periodismo (incluyendo seis años como subeditor del Times Literary Supplement). Editó The New Humanist, y lo dirigió de 1975 a 1999, hasta que se jubiló. Fue articulador de grupos importantes como British Humanist Association, National Secular Society y South Place Ethical Society. Cuando tuvo la oportunidad de hablar en las radios, los domingos por la mañana, sus discursos humanistas fueron reconocidos por su cordialidad y sentido común» (Prologo de Colin Ward, marzo del 2000, en la Editorial Eleuterio)

Presentación

«Con esta publicación pretendemos aportar a los diferentes debates y reflexiones existentes en los espacios anarquistas y antiautoritarios desde una posición que busca afilar ideas y prácticas de confrontación al dominio alejadas de toda doctrina. «

Kalinov Most

En este punto no existen las vacilaciones, la decisión está tomada y no hay vuelta atrás. Abandono la comodidad de lo establecido y me aventuro hacia la incertidumbre del enfrentamiento…

Kalinov Most es un nombre de la mitología medieval rusa que significa Puente de Kalinov, el cual une el mundo de los vivos con el infierno, separados ambos por un río de fuego. Quien decide adentrarse en el puente es con el propósito abandonar el mundo de los vivos y lo hace por voluntad propia. Llegado a este punto no hay posibilidad de retorno por lo que el puente representa un límite donde no hay titubeos ni dudas. La opción está tomada y asumida.

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La Brecha Nº 4. Revista Anarquista de Historia y Ciencias Sociales

Recomendamos leer y discutir los temas que salen en la Revista Anarquista de Historia y Ciencias Sociales La Brecha, en este Número, enfocado a género y sexualidad.

LA BRECHA

  «Al día de hoy, la politización de los cuerpos en la escena pública ha interpelado a una sociedad que se ha visto desnuda de argumentos y herramientas para afrontar conflictos enunciados hace décadas. Aunque se buscó marginar insistentemente lo relativo al género y la sexualidad como espacios de tensiones sociales, su abordaje es hoy imperioso, especialmente para quienes aspiran a atacar la autoridad en todas sus formas. Al respecto, los planteamientos provenientes desde el feminismo radical o el movimiento LGBT, han sido particularmente prolífcos en impugnar los valores que se han normalizado en la sociedad. Esto ha puesto en entredicho los límites y los alcances de los discursos y prácticas de la sociedad en su conjunto, incluyendo a grupos de izquierda y anarquistas, que no han escapado a la reproducción de formas patriarcales de violencia. El recurso argumental que apela a tener en consideración el contexto histórico para comprender…

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Anarquismo, género y sexualidad – Revista La Brecha

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naturismo

En Chile, los estudios de género y del anarquismo son relativamente recientes a diferencia de otras líneas de investigación que han tenido un mayor desarrollo dentro de la disciplina histórica desde su profesionalización (1). Ambos nacieron de forma paralela como consecuencia de las transformaciones epistemológicas (y reacomodos) que operaron al interior de la historiografía local a mediados de la década de los ochenta, así como de las influencias de la historiografía internacional, principalmente europea y norteamericana. Los estudios de género de Joan W. Scott, Natalie Zemon Davis, Julie Des Jardin, Bonnie Smith, entre otras historiadoras, vinieron a relevar el rol que han jugado las mujeres dentro de la sociedad occidental (que las ha invisibilizado inclusive en la actualidad), y permitieron, en consecuencia, problematizar categorías y construir nuevos modelos analíticos, que han influido en el cultivo y ampliación de la historiografía en sus lugares de origen, pero también y, por extensión, en América Latina y en otras regiones. Es más, la historia feminista que en sus inicios fue acusada de ser “demasiado blanca, demasiado clase media y demasiado heterosexual” –como señala Iggers-, dio paso desde la década de 1990 a los “estudios de género”, es decir, a aquellos centrados en la relaciones de hombres y mujeres en un determinado contexto histórico-social. Ellos han ampliado el abanico de investigaciones históricas que se han centrado, entre otras temáticas, en la estratificación económica, la etnicidad, la orientación sexual, la legislación y las costumbres. Como señala el historiador Georg G. Iggers: “Para las teóricas feministas como Joan Scott, los patrones de dominación patriarcal estaban profundamente presentes en el lenguaje tradicional y en la tradición “logocéntrica” de la filosofía occidental desde la antigüedad clásica. Por ello llamaba a la deconstrucción de todos los textos históricos, políticos y filosóficos occidentales”(2). Propuesta, sin duda, lúcida y propositivamente radical, que tuvo eco en sus sucesores/as y epígono/ as. De hecho, llevó a que las/os historiadoras/es feministas estudiaran desde el punto de vista empírico los medios a través de los cuales las mujeres, y otros grupos subordinados y marginados, buscaron transformar el statu quo, examinando, además, aquellos procesos cruciales de la historia a partir de una perspectiva de género: el surgimiento del capitalismo, la esclavitud y la emancipación, las luchas por derechos civiles y sociales, y los movimientos de liberación en el mundo colonizado, entre otros. Dicha revisión y reproblematización de la historia permitió que las mujeres, y en particular, la violencia a la que han sido sometidas -por los pilares del sistema de dominación capitalista-patriarcal-, poco a poco, irrumpieran en los relatos historiográficos, cuestión que no puede ser obviada en la actualidad a pesar que muchas autoridades académicas y políticas (de distintas trincheras ideológicas) niegan al día de hoy su real participacióne importancia a nivel histórico, menospreciando e invisibilizando sus luchas y demandas.