«El Cretinismo Anarquista»; Camillo Berneri

Extraído de Revista Vida Libre.
Revista de debate y cultura comunista libertaria.
N°1, Región Chilena, Mayo 2018

Nota de Vida Libre: Este texto de Camillo Berneri, anarquista revolucionario italiano asesinado en medio de las «jornadas de mayo del 37» en Barcelona, fue extraído del número del 12 de octubre de 1935 del periódico publicado en Nueva York en lengua italiana «L’Adunata del Refrattari» (páginas 7-8). Nos parece pertinente su publicación porque contribuye a combatir la autocomplacencia, ineficacia y sectarismo, tan lamentable recurrentes en los ambientes anarquistas, libertarios y antiautoritarios de nuestra región.

El Cretinismo Anarquista

Camilo Bernerin

Camilo Berneri (1897-1939)

«Aunque nos irrite asociar las dos palabras, tengo que reconocer que existe un cretinismo anarquista. Sus exponentes no son sólo cretinos que no ha entendido nada de la anarquía y del anarquismo, sino también compañeros auténticos que se han embrollado en esto no por falta de materia gris sino por cierta conformación cerebral bizarra. Estos cretinos del anarquismo tienen fobia al voto, aunque se trate de aprobar o desaprobar una decisión estrictamente ligada a los asuntos de nuestro movimiento, le tienen fobia al presidente de la asamblea, que se ha hecho necesario por el mal funcionamiento de los frenos inhibitorios de los individuos libres que constituyen la mayoría vociferante de esa asamblea, y tienen también otras fobias que ameritarían un largo discurso si este tema no estuviera ya demasiado inflamado de humillación.

[Lee «A propósito de nuestras críticas al bolchevismo» de Camillo Berneri]

El problema de la libertad, que debe ser eviscerado de cada anarquista, es el problema básico de nuestra preparación espiritual de la cuestión social, y no ha sido explicado y aclarado lo suficiente. Cuando en una reunión me encuentro con alguien que quiere fumar aunque el ambiente sea pequeño y sin ventilación, sin interesarse en las compañeras presentes o en quienes sufren de bronquitis y tienen ataques de tos, y cuando este individuo responde a las observaciones cordiales que se le hacen, revindicando la «libertad del yo», bueno yo que también fumo y que tengo un carácter algo tolstoiano¹, me gustaría tener los músculos de un boxeador negro para hacer salir volando del local al individuo en cuestión, o bien tener la paciencia de Job para explicarle que es un cretino ignorante.

¹Referencia a Leon Tolstoi, catalogado como «anarco-cristiano» y «anarco-pacifista».

Si la libertad anarquista es la libertad que no viola la libertad de los demás, hablar dos horas para decir estupideces constituye una violación de la libertad del público de no perder su propio tiempo y de aburrirse mortalmente. En nuestras reuniones debería establecerse la regla de la libertad de palabra condicional: es renovable cada diez minutos. En diez minutos, a no ser que quiera explicar las relaciones entre las machas solares y la necesidad de los sindicados o las existentes entre las ideas haeckelianas y las filosofía de Max Stirner, se puede, si no se desea hacer gala de erudición o elocuencia, exponer la propia opinión sobre una cuestión relativa al movimiento cuando esta cuestión no sea de… importancia capital. Lo malo es que muchos quieren buscar las muchas, numerosas, variadas, múltiples, innumerables razones, como decía uno de estos oradores de largo metraje, en lugar de buscar y exponer las pocas y comprensibles razones que encuentra y sabe comunicar cualquiera que tenga la costumbre de pensar antes de hablar.

[Lee «La Plataforma» de Camilo Berneri]

«Y si alguien propone, extremo remedio de la babel vociferante, un presidente, ese regulador de la reunión que tiene menos autoridad que un árbitro de fútbol, ciertos vestales de la anarquía ven en él… un Duce.»

Desgraciadamente ocurre que son necesarias reuniones de horas y horas para resolver cuestiones que con un poco de reflexión y simplicidad de espíritu se resolverían en media hora. Y si alguien propone, extremo remedio de la babel vociferante, un presidente, ese regulador de la reunión que tiene menos autoridad que un árbitro de fútbol, ciertos vestales de la anarquía ven en él… un Duce. ¿Para quienes es este discurso? Los compañeros de la región parisina que han afrontado gastos y fatigas recientemente para ir a una reunión, desde localidades distantes, para asistir a un espectáculo de gente que gritaba al mismo tiempo entrecruzando diálogos que se convertían en monólogos por la confusión imperante y delirante, regresando cabizbajos a sus casas estarían de acuerdo en pensar que la jaula de los papagayos del zoo parisino es un espectáculo más interesante.

[Lee «Abstencionismo y anarquismo» de Camillo Berneri]

Cuando los anarquistas no aciertan a organizarse para resolver un problema menos difícil que la cuadratura del círculo, ni a exponer por turno sus pensamientos, se hace indispensable un regulador. Esto es lo que yo llamo autocrítica. Y va dirigida a todos aquellos que hacen que sea necesario un regulador de reuniones anarquistas. Cosa todavía más cómica de lo que piensan quienes se escandalizan con ella. Muy cómica y muy grave. Y es grave porque muchas veces se vuelve necesaria, precisamente donde debería ser superflua.»

Camillo Berneri,
«L’Adunata del Refrattari«, 12 de octubre, 1935
Nueva York

El autor: Camillo Berneri (1897-1937)

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Giovannina Caleffi (1897-1961) junto a su compañero Camillo Berneri (1897-1937)

Camillo Berneri, también conocido como Camillo da Lodi (Lodi, 1897 – Barcelona, 5 de mayo de 1937), fue un profesor de filosofía y humanidades de origen italiano y un importante promotor de una particular vertiente del anarquismo revolucionario, que se caracteriza por su flexibilidad, apertura y antidogmatismo. Estuvo casado desde 1917 con Giovannina Caleffi con quien tuvo dos hijas: Marie Louise Berneru y Giliana Berneri.

Comenzó su actividad política como miembro de la Federación Juvenil Socialista de Reggio Emilia, la cual abandonó para integrarse a las filas del anarquismo militante de la Unione Anarchica Italiana. Exiliado por el fascismo italiano arribó a España y se involucró activamente en el proceso revolucionario que se inició en 1936. Participó en la organización de la primera columna miliciana de voluntarios italianos en el frente de Aragón, pero debido a problemas médicos se trasladó a la retaguardia en donde fundó el periódico «Guerra di Classe». Criticó duramente a los sectores «posibilistas» y «colaboracionistas» del «anarquismo de Estado», siendo partidario de «la victoria sobre Franco gracias a la guerra revolucionaria». En la insurrección proletaria conocida como «Las Jornadas de Mayo del ’37» en Barcelona fue secuestrado por contrarrevolucionarios quienes lo asesinaron y arrojaron su cuerpo sin vida a la calle.

Extraído de la solapa del libro «Llamada a los anarquistas y otros textos» de Camillo Berneri, por la Editorial Pensamiento & Batalla.
Otoño, 2018.
Santiago de Chile.

3 comentarios en “«El Cretinismo Anarquista»; Camillo Berneri

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