-
Kyriakos Mitsotakis, de Nueva Democracia se propuso, endurecer las condiciones de migrantes y refugiados, “limpiar” el barrio de Exarchia.
-
En menos de dos meses el barrio ha sufrido ataques y desalojos.
-
Mitsotakis, prometió que antes que terminara su periodo legislativo, se tomaría un café en Exarchia.

En pleno centro de Atenas, en el barrio de Exarchia —referente de movimientos anarquistas en todo el mundo—, existen decenas de edificios ocupados, muchos de ellos son los hogares de cientos de personas migrantes y refugiadas que quedaron atrapadas en Grecia debido al Reglamento Dublin III. En estos edificios, personas de todas las edades y distintas nacionalidades que quedaron fuera de los sistemas de protección gubernamentales han creado comunidades basadas en la autogestión y el trabajo cooperativo para sobrevivir y desarrollarse. Niños y niñas crecen entre asambleas semanales, entre culturas e idiomas distintos, bajo las normas del respeto y la convivencia pacífica. Personas europeas colaboramos desde la horizontalidad, trabajando con ellos y ellas, aportando lo que está en nuestras manos para mantener esos microuniversos al margen del sistema.

Kryriakos Mitsotakis, líder del partido Nueva Democracia
A principios de julio, el partido conservador Nueva Democracia ganaba las elecciones en el país heleno. Su líder, Kyriakos Mitsotakis, se proponía, entre otras reformas para endurecer las condiciones de migrantes y refugiados, “limpiar” el barrio de Exarchia. No han pasado ni dos meses y el barrio ya está sufriendo ataques y desalojos. Las activistas que allí residen denuncian que el propio gobierno destroza el barrio y después toma fotos para justificar las intervenciones. El pasado lunes, 26 de agosto, por la mañana, los squats de Spirou Trikoupi 17, Transito 15 y Gare, eran brutalmente evacuados.
Sobre las 5:00h a.m. la policía entraba en Trikoupi rompiendo las puertas del squat. Las personas del equipo de seguridad que vigilaban la entrada esa noche no pudieron hacer nada contra la avalancha de policías armados que subían piso por piso. Mientras ascendían, ordenaban a gritos que todo el mundo saliese de sus habitaciones. “Una de las mujeres que se encargaba de la seguridad empezó a temblar y no podía moverse”, explicaba un afgano que vivió el desalojo, y añadía: “Tenían pistolas en sus manos y parecía que estuviesen arrestando a criminales”. Comenzaron a destrozar objetos y mobiliario, a tratar a la gente con violencia, hasta el punto de que empujaron a una niña y le rompieron un diente. Reunieron a todo el mundo en la zona común, separaban a los hombres y mujeres que estaban solas de las familias y sobre las 8:15h se las llevaban en bus a la comisaría de Petrou Rali. Sigue leyendo →