La lucha por la libertad sexual: «Los Celos»; Émile Armand

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Ocuparse del problema social y olvidar los estragos y la repercusión de este terrible azote social que son los celos sexuales en la humanidad, me parece un ilogismo.

poliamors

He aquí varias razones en apoyo de esta opinión:

Los celos causan, un año con otro, de mil a mil doscientas víctimas en Francia [N. del E. el texto fué públicado en 1935]. Esta cifra no concierne, claro está, más que a los dramas y a los estragos de los celos conocidos públicamente. Si la proporción es la misma fuera de Francia, son de 40 a 50.000 víctimas las que este aspecto de la locura inmolaría anualmente.

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2° Hay que considerar los medios a que recurren los celosos para saciar su furor. Se asesina por los celos sexuales, sirviéndose de tijeras, puñales, limas, estiletes, cuchillos de diversas clases, martillos, hachas, hachuelas, cuchillas, cortafríos, trinchetes, navajas de afeitar, flechas, navajas diversas, hoces, machetes, sables, revólveres, ametralladoras, fusiles, etc. Para matar, y matarse, los celosos recurren al envenenamiento, a la defenestración, al ahorcamiento, a la inmersión, a la estrangulación, al escalamiento, etc. Emparedan, calcinan, cortan en trozos, crucifican. La extracción de los ojos, el arrancamiento de la nariz, de las orejas, la ablación de las pares sexuales y de los pechos, y también otras mutilaciones, figuran en el catálogo de los suplicios infligidos a los seres que los celosos pretenden amar con un amor sin rival. No hablo aquí de las denuncias a la justicia. Las cárceles centrales están llenas de pobres pelafustanes proporcionados por celosos de uno y otro sexo. (Si alguien me acusara de exagerar en cuanto a la variedad de los medios puestos en acción para vengarse, le remitiría a un estudio profundo de la sección de los gramas pasionales en los periódicos de Francia y del extranjero).

3° los gestos de usurpación o los crímenes a los cuales llevan los celos que necesitan la intervención de la justicia y el juego de las sanciones penales, esos actos fortalecen las instituciones autoritarias y estrechan más las mallas del contrato social impuesto (1). Sigue leyendo

“Anarquismo y sexualidad”, por Helena Andrés Granel

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Este trabajo apareció originalmente en la Revista de Estudios Libertarios Germinal, editada en Madrid, España.

naturismo

Tradicionalmente la sexualidad se ha concebido como un ámbito de la experiencia humana situado al margen del discurso, y concretamente, al margen del discurso político, al ser entendida como una pulsión o instinto natural(1). Sin embargo, lejos de estar inscrita en la naturaleza, la sexualidad se construye discursivamente (2) y desempeña un papel esencial en la conformación de un determinado orden social. De esta forma es regulada de distintos modos en los distintos sistemas sociales, que propician, favorecen e institucionalizan determinadas formas de expresión sexual al tiempo que actúan de forma coercitiva o directamente prohibitiva con respecto a otras que se consideran potencialmente peligrosas y desestabilizadoras del orden social.

La sexualidad no se encuentra aislada del ámbito político, sino que constituye en sí misma una cuestión política

 

Sexualidad y reproducción son reguladas socialmente, al tiempo que las modificaciones y transformaciones en los discursos y las prácticas sexuales constituyen un aspecto trascendental, y no marginal, en los procesos históricos.

Es por ello que la sexualidad debe ser historizada, es decir, analizada y contemplada desde una perspectiva histórica y sociocultural. Como construcción sociocultural e histórica, la sexualidad no se encuentra aislada del ámbito político, sino que constituye en sí misma una cuestión política, siendo el sistema sexual parte esencial del sistema social. Desde esta perspectiva es especialmente interesante el análisis del discurso anarquista con respecto a la sexualidad. Esto es así por dos razones fundamentalmente: en primer lugar, el anarquismo conectó abiertamente las esferas política y sexual, al considerar que el proceso de cambio social debía darse de forma paralela en el ámbito personal y en el político; en segundo lugar, en consecuencia puso en circulación discursos alternativos y contra-hegemónicos con respecto a los discursos dominantes sobre la sexualidad, de forma coherente con su concepción de lo que debía ser una organización social antiautoritaria. Sigue leyendo